EL CONFLICTO DEL CUERPO, ENTRE LAS COSTUMBRES Y LA CONQUISTA, MÉXICO.

By Mtro. Julio César Bermúdez Paz

Las concepciones sobre el cuerpo entre los aztecas y los conquistadores son evidentemente diferentes, aunque ambas influenciadas por su religión y por las creencias en seres sobrenaturales, unos –los aztecas- consideraban a sus creencias no como un límite de sus acciones sino como impulsores de las cosas que podían hacer, en base a esto es que los prehispánicos concebían a sus deidades como emanadas de sus costumbres y tradiciones, es decir, como sostiene Soustelle las deidades nacían de su vida diaria de los antiguos mexicanos y su tradición, conectadas por su vida particular, la muerte, el arte y los juegos.[1]

Por otra parte los conquistadores y su vida estaban influenciados por sus prácticas religiosas, pero al contrario de los aztecas, su religión dictaba sus usos y costumbres, en otras palabras, era la religión cristianan de la cual emanaban sus acciones, sus represiones, sus censuras, lo que podían y no podían hacer, lo que es bueno y malo, como el carnaval y la cuaresma, que son periodos que oscilan entre la prohibición y la libertad, no son libres de decidir qué es lo correcto para ellos y sus vidas, sino que dependen de la interpretación que hagan sus ministros religiosos.[2] Como argumenta Le Goff y Truong “…la Cuaresmas se abate sobre la vida cotidiana del hombre medieval, del otro el Carnaval retoza en sus excesos”[3], donde el carnaval significa comilona, banquete, y la cuaresma guardar y control, es una de las tensiones que experimenta la Edad Media y sus habitantes.[4]

Foucault atribuye esta conducta de los pobladores medievales, gracias al desarrollo de una política edificada entorno lo que él llama una religión de Estado, la cual no solo tenía influencia en las cuestiones religiosas, sino también en las políticas, económicas, sociales y culturales –entre ellas la concepción popular del cuerpo y la forma de usarlo-.[5]

Una de las grandes diferencias que surgieron entre los antiguos mexicanos y los conquistadores con respecto al cuerpo humano y su empleo, es el que tiene que ver con los sacrificios, mientras los primeros concebían a los sacrificios humanos como un método necesario para la obtención de la sangre el alimento de los dioses, los segundos reprobaron estas prácticas, lo anterior en base al tabú de la sangre y su derramamiento; lo que los conquistadores no podían comprender es que para los aztecas era un acto necesario para conservar el equilibrio, no solo el propio, sino de todo el entorno, lo cual se convirtió en un punto de conflicto irreconciliables entre ambas culturas en choque.

Las enfermedades también es un punto obligado de análisis, puesto que es un aspecto que me parece similar entre ambas entre los aztecas y los peninsulares, puesto que como lo vimos con antelación, ambas partes concebían de forma dual a las enfermedades, de un lado eran elección por parte de sus deidades –en el caso de los mexicanos- o por su dios –en el caso de los cristianos-, y por otro lado era un castigo, al que se hacían acreedores los pecadores o aquellos que faltaban a las normas o periodos de guardar, como es el caso de los leprosos, que eran símbolo obligado del pecado entre los habitantes de la Europa Medieval.

Los deportes son otro de los vértices donde se conflictual ambas culturas, ya que mientras que los aztecas pensaban a esta actividad física como una actividad privilegiada -en la que se podían obtener sacrificios y por lo tanto el alimento de los dioses-, además de propiciar su desarrollo, incluso llevando a considerarla como un acto místico más que físico, los peninsulares lo reprimieron por algún tiempo, concibiendo al cuerpo solo para la realización de los deberes tal como dijo dios a Adán, según la biblia.

Es pues que ambas concepciones sobre el cuerpo son contrarias en muchos sentidos dando así puntos de conflicto y disputa, pues ambas partes no estaban dispuestas a ceder sobre lo que ellos creían válido, sin embargo, al imponerse la ideología traída por los conquistadores se modifica de gran forma la manera de concebir al cuerpo entre las culturas prehispánicas, dando pie al nacimiento de una nueva forma de ver al cuerpo, ideología que hasta nuestros días sigue viva, tal vez no en su totalidad pero no podemos negar que el periodo de la Edad Media, si bien no se vivió en el territorio de Mesoamérica, se transmitió al mismo y por lo tanto influencia la forma de concebir al mismo ser humano.

 

[1] Soustelle, Jacques, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista, 2ª ed., trad. de Carlos Villegas, México, Fondo de Cultura Económica, 1956, p. 127.

[2] Gélis, Jacques, “El cuerpo, la iglesia y lo sagrado” en Corbin, Alain et al. (director), Historia del cuerpo. Del renacimiento al siglo de las luces, trad. de Nuria Petit y Mónica Rubio, España, Taurus Historia, 2005, t. I, pp. 70-74 y en Le Goff, Jacques et al., Una historia del cuerpo en la edad media, trad. de  Josep M. Pinto, España, Paidos, 2003, pp. 33-41, 50-51, 61-77.

[3] Le Goff, Jacques, et al., Óp. Cit., p. 31.

[4] Ibíd., pp. 31, 53 y 54.

[5] Ibíd., pp. 26-28.